Para nada es sorpresa que Andrés Manuel López Obrador sea el centro del universo del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena. Y es que el tabasqueño construyó dicho partico político en para, y solo, para él, siendo el responsable de construir la gran telaraña en torno a su persona.

Tras su pelea con los perredistas y su salida del partido del sol azteca, AMLO vería el camino para llegar a la presidenciable en crear un nuevo partido político. 13 años después, López Obrador llegó al pináculo de la carrera política mexicana por lo que nos preguntamos ¿Y ahora qué?

¿En La Chingada o en Santa Anita 50?

En México, tu carrera política se acaba cuando llegas a la presidencia de la república, te 6 por corrupción o terminas muerto, una de esas 3. López Obrador consiguió la primera lo que significó, en sus propias palabras: “El retiro de la vida política de México”.

Pero, parece que el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse pues a pesar de jubilarse en su rancho de nombre La Chingada, el peje sigue tras bambalinas ¡O al menos moviendo los hilos en Morena! ¿Cómo? Dos nombres clave.

Luis María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán. La primera, ex secretaria de gobernación y del trabajo, el segundo, hijo del político macuspano. Ambos, personas clave para AMLO tanto en lo personal como en lo político; figuras con 90% de lealtad y 10%, o menos, de capacidad, como le gusta al peje.

Sería tanto pensar que el designio de ambas personalidades resultaría en la entrega del poder a Claudia Sheinbaum, como se supone, sucedió con la presidencia. Más bien, se trata de una jugada, a todas luces, para mantener el control del partido Morena el cual, jugará un papel clave en el devenir político del país.

Desde Morena salen las designaciones, se ungen a los políticos y se perdonan los pecados. Morena es quien da, pero también quien quita, si no, pregúntenle a Marcelo Ebrard o a Ricardo Monreal. Por ello es que resulta tan importante mantenerlo a raya.

Claudia ¿Tiene voz y voto?

Si bien Claudia ocupa la silla presidencial, parece ser que un lugar privilegiado en las decisiones políticas de México no tiene. Y es que las órdenes siguen llegando desde la selva chiapaneca, con código postal de Palenque, al menos, así lo dicen los analistas.

La reelección de Rosario Piedra Ibarra frente a la CNDH es un claro ejemplo de que no se puede salir de la raya. Si eso pasó en su gobierno, su propio gobierno, podemos imaginar que el margen de influencia de Sheinbaum en el consejo nacional de Morena es mínimo.

Clara Brugada es otro ejemplo de esto. Si bien Sheinbaum no la odia, tampoco la soporta. Ella quería a Harfuch como regente en la Ciudad de México, pero AMLO le aplicó la de “lo que diga mi dedito” y le dijo que no, siendo Clara Brugada la que llevaría la consigna de Morena de mantener la capital para la izquierda.

Todo resulta más que claro, aunque Claudia lleva la banda, quien gobierna es otro. Por más que trate de imitar la forma de hablar del fan del macaneo, las decisiones vendrán solo de él, o de su partido, que al final, también es él.

¿Cuál será el futuro de Morena?

Andrés Manuel lo sabe, no le queda mucho tiempo en este mundo, por cuestiones de mera biología, por eso es que ha comenzado a trazar un nuevo camino. Si como de Corea del Norte o Siria se tratase, AMLO está creando su AMLITO.

Andrés Manuel López Beltrán ha sido elegido como el ungido que llevará el credo de Morena a todo el país. Primero como secretario de organización, después, quizás, como secretario general para finalizar, tal vez con algún puesto político como diputado, senador o gobernador, o quizás, yéndose a lo grande, por la presidencial.

No sabemos qué camino seguirá, pero lo que si conocemos es que la ruta ha comenzado para ser el sucesor de su papá. Lo que demuestra, una vez más, que al final del día, AMLO es todo. Es quien decide, quien planea y quien ejecuta, quien gobierna, aunque la presidenta con A esté sentada en el que, otrora, fuese su escritorio.

Otra cosa que sí es segura es que, si bien no sabemos ni el cómo ni el cuándo, podemos ver que el patrón es claro. Como en otras grandes dictaduras, el padre es el que comienza, pero el hijo, el que continúa. Aunque en Corea, fue desde el abuelo ¡Eh!

Y lo que la historia también nos ha enseñado es que, esto no siempre termina bien. Solo basta con ver como Al-Asad ha caído, tras heredar la presidencia de Siria de su padre y gobernar con puño de hierro por 24 años.

Así que si revisamos los libros de historia podemos decir que todas las estrellas se están aliando. Un político populista, un hijo encaminado a continuar con sumisión, una dictadura opresiva, una revolución y su posterior caída. Esperemos en Dios, como dice mi tía, no llegar a esos extremos.

Continuidad y rumbo

López Beltrán prometió, tras tomar el cargo de secretario de organización de Morena, convertir al movimiento de regeneración nacional en el partido político más grande México. Así que podremos ver, para el terror de quien ve tele abierto o escucha radio, spots cada vez más constantes del partido en el poder.

Sumado a ello, veremos la pejegrinación 2.0 con un Andrés López Beltrán deseoso por recorrer todo el país. Pisar por donde pisó su papá es su misión, que llene las huellas, es la cuestión. Tal vez así, se llene de popularidad, o tal vez no.

Aunque nadie pueda ver el futuro, no podemos ignorar las visiones que pintan a México de color guinda, por al menos, algunos años más. Si a esto le sumamos la ineptitud de la oposición política, es seguro que Morena, al menos con AMLO, se mantendrá fuerte y hegemónica por bastante tiempo.