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El 2 de octubre de 1968, el movimiento estudiantil mexicano sufrió una brutal represión en Tlatelolco, dejando una huella imborrable en la lucha por libertades y justicia.
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Tlatelolco 1968: Justicia y verdad aún pendientes

El 2 de octubre de 1968 es una fecha emblemática en la historia de México. Ese día, el movimiento estudiantil que demandaba mayores libertades y democracia sufrió una violenta represión en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. A más de cinco décadas de distancia, el clamor de justicia y verdad sigue presente.

Las demandas del movimiento

El movimiento de 1968 en México no solo buscaba beneficios para los estudiantes, sino que sus demandas incluían cambios profundos en la estructura política y social del país. Entre las exigencias más destacadas del pliego petitorio se encontraban:

  • Libertad a los presos políticos
  • Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal
  • Desaparición del cuerpo de granaderos
  • Destitución de los jefes policiales y de los funcionarios responsables de la represión

El eco de estas demandas se ha mantenido vivo en la memoria colectiva de los mexicanos. A pesar de los cambios políticos que ha experimentado el país desde entonces, muchos consideran que las estructuras de poder y los derechos humanos siguen siendo áreas con grandes desafíos.

Un evento que marcó a generaciones

El periodista Julio Scherer García, en su obra “Parte de guerra”, describe la masacre de Tlatelolco con palabras estremecedoras. Las imágenes de estudiantes caídos y las historias de sobrevivientes han sido transmitidas de generación en generación, alimentando un sentimiento de lucha y resistencia.

“El 2 de octubre no se olvida”, es el lema que año tras año resuena en marchas y protestas para conmemorar a las víctimas de Tlatelolco.

Celebrareciones a nivel nacional rinden tributo a los mártires del 68, manteniendo viva la memoria histórica y denunciando las injusticias vigentes. Aunque han pasado más de 50 años, la demanda de justicia y la búsqueda de la verdad persisten, recordándonos que la lucha por una sociedad más justa y democrática no ha terminado.

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