Un estudio reciente realizado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha revelado que las mujeres de la Generación Z, aquellas nacidas entre 1997 y 2012, muestran una mayor propensión a experimentar síntomas de depresión en comparación con otros grupos demográficos. Este hallazgo pone de relieve la necesidad de prestar atención a la salud mental de esta población, especialmente en el contexto actual de desafíos sociales y económicos.
Factores que contribuyen a la depresión
Entre los factores que contribuyen a este fenómeno, se destacan los cambios sociales y tecnológicos a los que las jóvenes están expuestas. La presión por mantener una imagen perfecta en redes sociales y la constante comparación con ideales inalcanzables son elementos que impactan negativamente en su autoestima y salud mental.
Los expertos también señalan que la pandemia de COVID-19 ha exacerbado esta situación, creando un ambiente de incertidumbre y aislamiento, lo que ha sido particularmente perjudicial para esta generación. Durante este período, la interrupción en la educación presencial y el distanciamiento social han sido factores significativos que contribuyeron al incremento de cuadros depresivos.
De acuerdo con el estudio, las mujeres jóvenes presentan varios síntomas asociados con la depresión, que incluyen:
- Pérdida de interés en actividades diarias.
- Cambios en el apetito y el sueño.
- Sentimientos persistentes de tristeza o vacío.
- Dificultad para concentrarse.
Es crucial que las escuelas y organizaciones gubernamentales tomen medidas para apoyar la salud mental de las mujeres jóvenes. Integrar recursos de salud mental accesibles y fomentar un diálogo abierto sobre estos temas pueden ser estrategias efectivas para abordar este problema.
“Es fundamental que como sociedad entendamos la relevancia de cuidar la salud mental de nuestras jóvenes para promover un futuro mucho más saludable”, comentó un especialista de la salud mental del IMSS.
Los esfuerzos por entender y mitigar los impactos de esta crisis deben ser continuos y adaptarse a los cambios culturales y tecnológicos, permitiendo que las mujeres jóvenes de la Generación Z prosperen en lugar de sufrir en silencio.