Con la llegada de la temporada de Día de Muertos, muchas familias mexicanas se preparan para honrar a sus seres queridos con ofrendas que incluyen platillos típicos, entre ellos el tradicional pan de muerto y el atole. Esta celebración, que fusiona tradiciones prehispánicas y católicas, es una de las más emblemáticas y coloridas de México.
Elaboración del Pan de Muerto
El pan de muerto es un dulce pan esponjoso, decorado con formas que simulan huesos en la parte superior, el cual representa un homenaje a los difuntos. Para prepararlo, se necesita harina, azúcar, huevos, mantequilla, y ralladura de naranja, ingredientes que, al combinarse, dan ese característico sabor y aroma.
- 500 g de harina
- 150 g de azúcar
- 3 huevos
- 100 g de mantequilla
- Ralladura de 1 naranja
Estos ingredientes se mezclan y amasan hasta lograr una masa homogénea que posteriormente se dejará reposar. Después de reposar, la masa se moldea, se decora con las formas de huesos y se hornea hasta obtener un pan dorado.
Según los panaderos locales, los secretos para un buen pan de muerto incluyen la elección de ingredientes frescos y el tiempo adecuado de fermentación:
“Es importante respetar el tiempo de reposo, ya que esto permitirá que la masa desarrolle su sabor y textura característicos”, comenta un panadero del barrio de Coyoacán.
La Tradición del Atole
Por otro lado, el atole es una bebida caliente, perfecta para acompañar el pan de muerto. Se elabora con masa de maíz, agua o leche, endulzado con azúcar o piloncillo y aromatizado con canela o vainilla. Esta bebida es ideal para las noches frías de noviembre.
- Masa de maíz
- Agua o leche
- Azúcar