En medio de una creciente crisis de violencia, Rutilio Escandón entregó la Gubernatura de Chiapas a su sucesora, María del Rosario Ramírez. La nueva Gobernadora enfrenta el reto de lidiar con el grave panorama de inseguridad en el estado, que se ha intensificado recientemente debido a la presencia de grupos criminales.

Desafíos de seguridad

La violencia en Chiapas ha escalado principalmente debido a conflictos entre grupos del crimen organizado. Los habitantes de varias regiones viven en constante temor, y las noticias sobre enfrentamientos y desplazados son frecuentes. En municipios como Frontera Comalapa y Pantelhó, la situación es crítica.

Las estadísticas reflejan el aumento de la violencia en el estado en los últimos años. Según datos recientes, los niveles de homicidios han alarmado a la población y autoridades:

• Chiapas ha visto un incremento del 30% en homicidios en comparación con el año anterior.
• Se estima que al menos 50 comunidades han sido afectadas por desplazamientos forzados.
• Los secuestros han aumentado un 20% en los últimos tres meses.

La nueva administración de Ramírez tiene el desafío de reevaluar y reforzar las estrategias de seguridad, buscando colaboración con el Gobierno Federal para implementar planes efectivos que garanticen la calma en el estado. Las autoridades han señalado que se priorizará el diálogo y la mediación en aquellas zonas con conflictos agudos.

En su discurso de toma de protesta, Ramírez enfatizó la urgencia de trabajar en coalición con las comunidades y organismos de derechos humanos para devolver la paz a Chiapas.

“No es fácil el camino que tenemos por delante, pero estoy convencida de que unidos lograremos restaurar la seguridad y bienestar de nuestro estado,” declaró Ramírez.

La seguridad no será su único desafío. Ramírez también deberá abordar otros problemas como la pobreza, la falta de infraestructura y servicios básicos, que sumados a la inseguridad, mantienen a Chiapas en una situación compleja.